Morder en la guardería, de vez en cuando, forma parte del desarrollo normal del niño, pero cuando el bebé o el niño lo hace de forma persistente, puede ser motivo de preocupación, tanto para los padres como para los educadores.Dicen los educadores de las escuelas infantiles que el grupo de niños de uno a dos años es uno de los más estresantes porque, aunque estén con cien ojos vigilándoles, los mordiscos se repiten a diario. Aunque la atención sea exquisita, es inevitable que se produzca el mordisco, el tirón de pelos o el arañazo. ¿Por qué se comportan así a esta edad?
Por sobreprotección
Una de las consecuencias del exceso de protección es la baja tolerancia a la frustración.
Por exceso de emoción, alegría o cariño
Muchas veces lo que acaba pareciendo una agresión no deja de ser un acto de cariño..., aunque un poco exagerado, eso sí.
Por ausencia de lenguaje oral
Los niños de estas edades aún no saben hablar y no pueden utilizar la palabra para resolver sus conflictos.
Por problemas con la dentición
Que acaben de salirles los dientes es motivo más que suficiente para morder, con desesperación, todo lo que tienen cerca.
Por costumbre
¿A que es gracioso cuando un bebé de seis o siete meses nos tira del pelo? Mamás, tíos y abuelos les reímos la gracia...
Por pensamiento egocéntrico
A esta edad los niños están en un momento evolutivo conocido como el del pensamiento egocéntrico. Y ¿qué quiere decir esto? Pues, entre otras muchas cosas, que son incapaces de ponerse en la piel de los otros.
¿Cómo corregir su comportamiento?
Se entiende que estas conductas agresivas están dentro de lo normal a esta edad, pero es necesario encauzarlas hacia otras formas de relación más adecuadas.
La clave está en corregir estos comportamientos con constancia pero sin dureza, evitando en todo momento ofrecerles modelos agresivos: la solución no es enseñarle a que muerda al que ha sido mordido.
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